¡Qué triste primavera sin las flores!
Así son, sin amor, esos amores cuerpo a cuerpo, turbado el corazón, no se ahonda en la máxima emoción, se cercenan deleites y amargores.
¡Qué lejos del amor esos amores!
Es hacer el amor entre estertores de muerte, con el alma ausente, fría, la materia en vulgar monotonía reflejada en los ojos heladores
¡Qué triste primavera sin las flores! Se priva a ese placer de los mejores goces que el hombre tiene en este mundo, el embeleso mágico y profundo del amor, atavío de esplendores.
¡Qué lejos del amor esos amores! Se figuran que son abrasadores los hielos transformados en costumbre, confunden con inextinguible lumbre cenizas de soberbia o sinsabores.
¡Qué triste primavera sin las flores! Son diminutas chispas, los ardores de la rutina, la necesidad, o la exigencia de una sociedad carente de sus máximos valores.
¡Qué lejos del amor esos amores!
¡Qué lejos del amor!, esos amores son como hospedería al emigrante, como ánima que en pena vaga errante.
¡Son la ruindad de lúbricos favores!
¡Qué triste primavera sin las flores!.
Así son, sin amor, esos amores cuerpo a cuerpo, turbado el corazón, no se ahonda en la máxima emoción, se cercenan deleites y amargores.
¡Qué lejos del amor esos amores!
Es hacer el amor entre estertores de muerte, con el alma ausente, fría, la materia en vulgar monotonía reflejada en los ojos heladores
¡Qué triste primavera sin las flores! Se priva a ese placer de los mejores goces que el hombre tiene en este mundo, el embeleso mágico y profundo del amor, atavío de esplendores.
¡Qué lejos del amor esos amores! Se figuran que son abrasadores los hielos transformados en costumbre, confunden con inextinguible lumbre cenizas de soberbia o sinsabores.
¡Qué triste primavera sin las flores! Son diminutas chispas, los ardores de la rutina, la necesidad, o la exigencia de una sociedad carente de sus máximos valores.
¡Qué lejos del amor esos amores!
¡Qué lejos del amor!, esos amores son como hospedería al emigrante, como ánima que en pena vaga errante.
¡Son la ruindad de lúbricos favores!
¡Qué triste primavera sin las flores!.
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